martes, 13 de julio de 2010

GUÍA DE LUZ Y AGUA

A Manuel González Prada, el eterno.

Naturalista que no temes cruces
tú que al conocimiento induces
con la pluma que los ignaros votan
a ellos a la nada introduces

Para ti, loas, ducho estatúo
en el lugar más alto te sitúo
por ser hábil con tantos vacíos dioses
ideados embriagados en dúo

Gurí, sois libre verdaderamente,
risueño rostro, guía de la gente,
cual antorcha, la noche iluminas,
el ateísmo siembras en la mente

Por tu ideal, a veces, recluso
dejas huellas de necesario uso,
soporte del intelectual rebelde,
¡ah!, también del arzobispo intruso

No temes a Dios rey ni a la muerte,
no temes ni a un santo inerte,
no temes ni a Satán ni a Cristo,
no temes y ni crees en la suerte.

Andas, comes, duermes con estoicidad,
como humano lo dices con claridad,
también vives y disfrutas el sexo
pues conoces muy bien su utilidad

Bípedo selecto, en tu discurso
revive la libertad del recurso,
se fortalece alegre el drama
y se perenniza en el transcurso

En todo inteligente influyes
sin duda su formación estatuyes,
llegando a ser pensamiento libre
a todo ente sagrado diluyes

Los bajísimos instintos despiertas
en los sacerdotes y en sus puertas,
por decir la esencia del gran cosmos
e inhumar teorías desiertas

Corazón de gran leopardo puro
te dijo el beato inmaduro,
de pronto es tenaz presa del mutis
y del fardo helado y oscuro

Gran enemigo de la ignorancia,
de la religión y de la vagancia,
burlón de almas y encarnaciones
tu concepción es suave fragancia

No vale para ti el amuleto
lo consideras como esqueleto,
sin influencia en el mortal hombre
traficado en un simple panfleto

Apologista de la herejía
a nadie jamás rindes pleitesía,
eres el amo natural del cosmos
y lo dices con vanal ironía

Lo que predicas no es un crimen,
por eso haces que tus versos rimen
al son de los vientos del universo,
ello hace que los labios lo mimen

Tus letras quedan por siempre impresos
en libros, cabezas y en los huesos,
cual ubérrima semilla de campo,
aunque los machaquen salen ilesos

A tu honor, ¡salud! Prada ateo
que contigo beber whisky deseo
por diluir castigos celestiales
¡Salud, Prada! ¡por tus versos que leo!